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Nuestra pareja soñada. ¿Final feliz?
Después de confesarnos que nos gustábamos y habernos preguntado la edad y ver que prácticamente coincidíamos...
Y entonces aparecieron ellos.
Eran perfectos.
Nosotros con experiencia 0. Viendo lo que es este mundo con nuestros propios ojos, en la práctica, en el sarao, en el turrón… algo así como ir a la selva con traje y corbata. Y justo llegas y te dan la ropa adecuada y un curso intensivo de supervivencia.
Pues eso fue lo que nos pasó. Aunque el curso fue la noche en sí, todo lo que aprendimos de tantas cosas que nos pasaron. Pero la ropa a medida era esa pareja. De nuestra edad, nuestro físico y apariencia ideal, tanto él como ella. Eso que cuando te imaginas como podrá ser y generas esas expectativas es exactamente lo que idealizas, a tu pareja perfecta, la que te vas a encontrar cuando tengas tu primera vez.
Allí estaban ellos, de pie apoyados en una de las barandillas de la piscina. Les miramos, nos miraron, nos miramos, se miraron. Todos nos miramos. Cualquiera diría que les había pasado exactamente lo mismo que a nosotros.
El amor surgió pero nadie se atrevió a dar el paso.
Era demasiado bonito para ser verdad. Y los 4 muy cortados, eso también.
Miramos alrededor y parece que la or gia que habíamos organizado abajo sin quererlo ni beberlo se había movido para arriba. No me extraña, no cabía un alfiler, pues por lo menos aquí no lo hacen unos encima de otros.
Vimos un hueco en uno de los sofás que había junto a la entrada a la sala de la piscina y nos sentamos ahí un momento, porque tampoco era plan quedarnos de pie mirando, era un poco de pringadillos.
Fue automático. nos sentamos nosotros y se sentaron ellos en el mismo sofá, pero en la otra punta. Era un sofá semicircular con una mesa en el medio, así que prácticamente estaban enfrente.
Nos miramos en plan…
Y de repente nos dio por ponernos al tema, como habíamos hecho abajo. Oye, adivina quién se puso al tema también.
Esta vez ya no desentonamos tanto. Éramos una voz más entre todas las que había. Así que no se formó un corrillo. Ellos eran nuestros espectadores VIP mientras también lo hacían como podían en el sofá.
Al poco decidimos levantarnos y pasar a un sitio más cómodo. A ver si pillábamos hueco en una de las zonas de cama y podíamos por lo menos llegar a estar estirados. Tuvimos suerte en una que había al lado del sofá y nos metimos ahí.
Ellos no nos siguieron de golpe porque era demasiado cantoso, pero si nos siguió otra pareja en la que no habíamos reparado.
Esa pareja se nos puso al lado, y sin previo aviso se metió mi miembro en la boca.
Por si no había tenido suficiente con la de abajo, la de arriba fue al siguiente nivel.
Otra vez el novio por detrás a ver si ya tenía excusa para meterse. Otra vez le pedimos a la chica amablemente que por favor parase. Eso sí, lo hicieron rápido y se fueron pidiendo perdón.
Después volvimos a salir y la pareja seguía ahí, muy atenta a nosotros. Habían visto lo que pasó con la otra pareja y eso nos sirvió de excusa para por fin entablar conversación.
— Hola chicos, ¿es vuestra primera vez?.
— Sí, ¿y la vuestra?
— También. Es que os hemos visto y aunque estáis muy bien nos dio la impresión de que no os acercáis con cualquier pareja. Hemos visto a esos que lo han intentado y les habéis quitado muy rápido.
— Bueno, en fin. La gente… venir directamente y chupársela a mi novio, así, sin avisar ni nada…
— La gente está muy mal. Por cierto, soy Mario, encantado.
— Yo Triscadora, él es Triscador, encantada. — Dimos nuestros nombres reales, pero bueno, igualmente ya nos llamábamos Triscadores en los sitios en los que estábamos, aunque no habíamos hablado con nadie salvo con un chico, con el que habíamos quedado al día siguiente.
— Ella se llama Paula. — Hablaron Mario y Triscadora porque era imposible mantener una conversación a 4. Un local no deja de ser una especie de discoteca con la música bastante alta.
Al principio estaba la cosa muy cortada, después la gente empezaba a irse y ya había mucho espacio en las camas, así que nos metimos en donde había pasado lo de la chica asaltapenes. Estábamos los 4 solos ya.
Hablamos un poco, ya pudimos intervenir los que faltábamos un poco y pusimos las 4 toallas unas al lado de otras.
Después de confesarnos que nos gustábamos y habernos preguntado la edad y ver que prácticamente coincidíamos como era de esperar, nos lanzamos los 4 rápido porque de repente nos pusieron la música de los Lunnies.
Sí, la de los Lunnies. Por si vives en otro planeta o no tienes edad para estar leyendo esto (+18) y no los conoces, los Lunnies son un programa para niños que había en la 1 de televisión española hace muchos años. Y tenían una canción que había sido especialmente compuesta para que los padres acostaran a sus hijos pequeños a una hora cristiana. Imagínate lo que es que suene esa canción en un lugar así.
Claro, iban a cerrar. Con la tontería y mil cosas que nos pasaron y todas las vueltas que dimos para acabar con esta pareja, se nos había ido la noche. Y ahora a contrarreloj a enmedar la situación.
No pensamos ninguno. Dimos por hecho que el intercambio de parejas es tú con la mía yo con la tuya (no es así, hay miles de variantes en tiempo y forma, pero ya te lo contaré en futuras TriSletters) y eso hicimos. Triscadora se puso a besarse con Mario y yo con Paula.
Cuando pasamos al sexo oral vimos que Triscadora y Mario ya lo estaban haciendo. No llevábamos tanta marcha nosotros.
Y pasó algo que nunca quieres que pase, pero pasa y es lo que hay. Gatillazo. Al principio muy bien, pero las prisas por pasar a la penetración lo echaron todo por tierra. Nada, no hubo manera. No recuerdo exactamente si llegué a ponerme el condón. Creo que sí, pero claro, fue ridículo porque no llenaba ni la mitad.
Me salvó un poco la campana. Porque es que nos echaban literal. Ya no eran los Lunnies pidiéndonos que nos vayamos a la cama. Era el local completamente iluminado y gente pasando por el pasillo entre las camas completamente vestida. Y ni rastro de música.
Ellos se quedaron a medias también.
Bajamos a los vestuarios juntos y mientras nos cambiábamos les dimos nuestro teléfono. ¿La cosa quedará aquí?
Feliz día,
Triscadores